jueves, 23 de junio de 2016

Padre

Enero | Febrero | Marzo
Abril | Mayo | Junio 
Vos me enseñaste 
un miedo que yo 
no conocía.
Desarmado en colores
grises, lleno de ausencias
y pasillos que no terminan.
Ahora mi cara es gris
con una ausencia tan profunda
como los pasillos del hospital.
Vi el miedo que me enseñaste
creciendo con las hora y nos fue 
agarrando.
 Una por una.
 Uno por uno.
 Seis mujeres
con la cara gris.
Enmarcadas en grises
que me envolvieron los ojos.

 Vos me confirmaste que la
desesperación podía persistir
en cada segundo, en cada hora,
en cada día.
Tan débil
que nos forzaste a bajar la cabeza.
Cinco hombres que caminaron
con una tristeza, tan pesada, atada a sus zapatos.
Con la mirada baja esperando encontrar un brillo
para aferrarse a el. 
Tan fuerte; como nosotros nos aferramos a vos.
Me dejaste reír entre cuatro paredes de esos
hospitales, atestado de sombras.
Mientras leía tu cuaderno con sucesos de
esos días.
Me contaste con voz baja de tu debilidad.
En tus notas, tu corazón entre miedo y el frío
me mostraron tu bondad de ayudar a otros. 
Vos. 
Vos siempre te dibujaste con la figura y
la forma de un gigante invencible. 
Un gigante, que visto de cerca 
era pequeño y frágil.
Lloramos hasta el cansancio por tu debilidad.
Lloramos con las rodillas en el suelo y las manos
agarradas, cuando vos dormías entre cables. 
Lloramos en los pasillos, apretando los dientes,
frente a paredes blancas.
Lloramos solas mirándonos al espejo, en los baños.

 Lloraron en la oscuridad para demostrarte
que eran fuertes como siempre les enseñaste 
durante años. 
Lloraron en silencio antes de dormir.

Lloramos cuando no pudimos contar tu presencia
en la mesa. Cuando tu plato y tu lugar estuvieron vacíos.
Cuando tu presencia no podía delinearnos. Vacios.

Corrieron para tener un espacio entre las pequeñas
mesas de hospital. Al lado tuyo, siempre.

Te mostraste con la cara limpia y el cuerpo cansado
pero con una fuerza descomunal ante cien nubes
que querían llevarte allá. 

Y yo, te vi desde abajo.
Cuando tu sombra
de gigante me hizo pequeña.
Tan pequeña que me siento trizada.
Perseguida por las horas cargadas de angustia.
Perseguida por los sentimientos que se estrellan entre si.

Me tendiste tus manos.
Con las que te vi trabajar, construir, amar, enseñar.
Te sostuve con todo lo que no tenía y tuve para
que no te caigas del mundo. 

Tu lucha nos enmarcó a todos en un retrato gris
del cual no podemos salir. Estamos atrapados en 
éste circulo que nadie ve. Que nadie toca.
Estamos atascados en esas sombras.
Después de tantas semanas, tantos días aún veo tu cara cansada
y tus lágrimas marcando mi ropa, cuando me fui.
Aún nos veo: llorando tan fuerte que las paredes de casa parecían temblar.
El fuego que ardía adentro  por no poder ahorrarte el dolor,
el miedo, la enfermedad. Por no poder ocupar tu lugar
para que te sientas libre de todo sentimiento por un instante.

Después de tantas horas, todavía siento el escalofrío
de lo que significo para vos el haberme visto nacer. 
Tu historia, tu esfuerzo y tu fe.
Tuya, y solo tuya.  Me petrifico. 
Ahora sigo estando sucia de un gris que no se quita.
Que no se va, envuelta en todos esos recuerdos pesados.
Donde el mar nos agitó a cada uno de nosotros. 
Perdida en pasillos largos, en salas de espera. 
Ausente en duchas frías para sacarme de encima
algunos fantasmas. 
Ciega en todas las imágenes tuyas que vi, que me
van acompañar como un recuerdo
que pincha, y duele. 
 Metida en todas las imágenes de mi misma
devorándose a sí, en los rincones. 
En esta coreografía tan intima, tan dolida.
Mientras camino en los laberintos de mi mente,
en los pasillos con poca luz. 
Empiezo a ver una figura que conozco
más que bien. Una forma, de gigante que crece
a medida que yo camino.
La imagen entra por mis ojos, y se va grabando, 
añadiéndose a los recuerdos en los que a veces 
me quedo a vivir. 

Vos me estás enseñando una fuerza
que yo jamás aprendí, que no conocí.
Y la estoy viendo, ahora, hoy. Cuando 
tus ojos me dicen que una vez más
que estas luchando. Tan fuerte, que me asusta.
Te estás levantando con una forma
tan enorme, que yo me vuelvo a sentir pequeña.
Tu sombra cubre la mía y por primera vez
en toda mi existencia aprendí a llorar de felicidad.

Quisiera quedarme acá, en estas lineas que me
llevan y me traen. Me empujan con esos sentimientos
de cada cosa que viví en estos meses.
Acá donde quizás aprendo y veo cosas que no conozco.
Donde me estoy formando, forjando, para
volverme una sombra, que cae y se levanta
Mirando hacía adelante.
Como vos.

 

sábado, 21 de mayo de 2016

XXV




Cuando mi
forma 
se convierte
en otras.

I
                         https://soundcloud.com/el-desierto-y-su-semilla/el-cafe-de-esta-manana

 II
Y el 
mar
agitándose
dentro tuyo.



 Dibujo: Srta Agnes ( http://initopia.blogspot.com.ar/)

sábado, 9 de enero de 2016

Serenidad



 Fotografía: Nicolas Hernández.



Dejame acá.
Quiero seguir coleccionando botones.
Dejame acá, quiero seguir cociendo los bordes
de estas pequeñas cajas. Son mías.
No las toques.
Dejame acá.
Quiero seguir coleccionando cuadernos
con los colores que invento para cada estación.
Dejame acá, mordiendo el vacío con los dientes 
sintiéndolo bordear las pestañas. Tus pestañas.
Dejame acá, creyendo por un segundo que estoy libre
de todo y fuera.
Quiero seguir girando donde vos no podes entrar.
Dejame acá, pintando las sombras de los pájaros 
que están del otro lado de la ventana. Caminando. Moviéndose. Gritándose.
Acá, en este espacio que suena tan suave, deslizándose y rizándose,
con los recuerdos que yo nunca te mostre.
Acá con los círculos que se mueven al rededor mio. Acá, inmóvil. Sintiendo
cada parte de lo que ya no soy y quizás nunca fui.
Tan lejos de todas las imagenes que pensaste que viste o encontraste de mí.
Dejame acá, con mis cajas suturadas en los bordes. 
Ocultas en los cajones. En la acumulación de la memoria que me traiciona
En la acumulación de sentimientos que bailan en la oscuridad del brillo en la noche.
Esperando. 
En la costa, al borde. Acá en lo azul y negro de lo que me persigue.
Acá con la desesperación que parece un sueño adentro de otro sueño volcándose detrás de
otro.
En el circulo oscuro de los ojos, que lloran.
Perdón. 
Perdón; en los ojos que no quieren llorar. Acá tan adentro de mi voz:escondida.
En lo finito de mis manos, que tantas veces se agrietaron. Sosteniendo. Cambiando.
En este trance que no termina nunca porque no tiene principio.
Dejame acá, llevándote a lugares que no existen. 
Acá, tratando de que te los imagines dentro de mis vestidos.
Adentro de mis vestidos. Acá, abajo de mis vestidos.
Enseñándote a agarrarme más fuerte de la mano.
Soltándome. Soltándote. Soltando todo esto que no es nada y lo es todo a la vez.
Dejame acá, pinchando con agujas el tiempo que se arquea y me golpea en la cara. 
Tan cerca que me asusta y  mirame; enredándome en mi pelo que no quiero salir.
No quiero salir de todo estos munditos que tanto esfuerzo me llevó construir.
Dejame en los colores que yo estoy trazando con todo el cuerpo,
en los blancos de la risa y lo profundo de dolor. 
Dejame acá, escupiéndome.
 Quebrándome en las señas que sólo yo conozco: Las manos que tiemblan y 
el maldito árbol que crece repentinamente en los días
que yo no puedo hablar.
En el enojo de sentirme en ese lugar.
Ese lugar. Mi lugar.
En las siete casa vacías que invento en mis sueños.
En mis caminatas nocturnas por la casa, cuando vos podes dormir y 
y yo no. 
En ese miedo chiquito que siento bordeando mis dedos. 
Ahí, en el crecimiento de las formas que se iban trizando sobre este vidrio.
En ese espacio que tengo entre las costillas sintiendo que alguien (me) mira.
Dejame acá, hablando con todas las voces que tengo y que quiero pintártelas encima.
Bailando en las grietas de mi boca, de tu boca, de esa boca detrás de las horas.
Dejame acá coleccionando cuadrados de cartón cargados de momentos.
En el medio de este lío, con la imagen de mí misma trazando un cuerpo en el rectángulo de la ventana con el sol detrás.
Con los nueve soles ascendiendo al fuego más alto.
Dejame acá, yo, estoy aprendiendo serenidad y en los surcos de este camino 
sucede todo esto que estoy escribiendo con los ojos cerrados.
sucede todo esto que vos no podes ver, ni siquiera está ahí
Porque yo lo estoy ocultando
cociendo, a mi parte  más oscura
 con alguna luz a la distancia.