Ahí estaba ella, sintiendo el frío viento que golpeaba su rostro y acariciaba su pelo.
Estaba cayendo al perfecto vacío. Sabiendo que recibiría un gran golpe.
Sumida en sus sombras negras, en esa mente donde el sol nunca brilla.
Ahí estaba ella, perdida profundamente en la soledad. Conociéndola sin disfraz, sin ninguna mascara.
Sintiéndola impregnada en su piel. Llenándole de cicatrices el alma.
Su profunda soledad que la había hecho propia.
El tiempo se consume, se le escapa como agua entre sus manos. Como el aire imposible de retener.
Ahí estaba ella. Incompleta como un rompe cabezas, sin poder encontrar la pieza perdida.
Ensombreciendo su rostro con lágrimas de dolor. Derramándolas a la orilla del mar, era ahí donde sus lágrimas eran insignificantes y se fundían en el azul profundo, del océano.
Ahí estaba ella sin poder encontrarse en el espejo,La dependencia filosa parecía nunca terminar. atascada en su propio infierno personal.
Destrozada, pidiendo que no se exigiera ser más fuerte. Porque no lo era.
Su fragilidad emocional. había colapsado
Pero para salir del infierno primero hay que atravesarlo, tenía que aprender a caminar sobre el fuego, a soportar el dolor punzante y curar las heridas.
Ahí estaba ella. tratando de descifrar su destino. Intentado despertar del dolor y comprender que todo era parte del mismo camino.
Que había que sentir aquello para cruzar el camino
Y llegar a la meta: Aprender a vivir.
Estaba cayendo al perfecto vacío. Sabiendo que recibiría un gran golpe.
Sumida en sus sombras negras, en esa mente donde el sol nunca brilla.
Ahí estaba ella, perdida profundamente en la soledad. Conociéndola sin disfraz, sin ninguna mascara.
Sintiéndola impregnada en su piel. Llenándole de cicatrices el alma.
Su profunda soledad que la había hecho propia.
El tiempo se consume, se le escapa como agua entre sus manos. Como el aire imposible de retener.
Ahí estaba ella. Incompleta como un rompe cabezas, sin poder encontrar la pieza perdida.
Ensombreciendo su rostro con lágrimas de dolor. Derramándolas a la orilla del mar, era ahí donde sus lágrimas eran insignificantes y se fundían en el azul profundo, del océano.
Ahí estaba ella sin poder encontrarse en el espejo,La dependencia filosa parecía nunca terminar. atascada en su propio infierno personal.
Destrozada, pidiendo que no se exigiera ser más fuerte. Porque no lo era.
Su fragilidad emocional. había colapsado
Pero para salir del infierno primero hay que atravesarlo, tenía que aprender a caminar sobre el fuego, a soportar el dolor punzante y curar las heridas.
Ahí estaba ella. tratando de descifrar su destino. Intentado despertar del dolor y comprender que todo era parte del mismo camino.
Que había que sentir aquello para cruzar el camino
Y llegar a la meta: Aprender a vivir.