Duerme la ciudad en su lecho dorado.
Hoy ya no es una calida mañana de verano. El sol ya no evapora la fragancia de la humedad acumulada en la tierra.
Es una mañana fresca, donde los sueños de la noche han quedado congelados, una gélida mañana.
Dime, ¿Cómo es que las nubes se amontonan sobre nosotros? Como hacen algunas personas para que en lo profundo de sus ojos el cielo se apacigüe y quede inmóvil.
En una pequeña ciudad los corazones despiertan, existen, sueñan, se entristecen, vuelan, ríen, juegan, bailan, se ilusionan, se abandonan, se golpean. Aprenden y crecen.
Algunos corazones esconden años de dolor, desgastados y sin color. Otros vagan perdidos en su propia soledad, como pequeñas luces que de a poco se van apagando.
Corazones de esperanza, llenos de hilos dorados que los hacen luminosos.
Y corazones que
solo fueron pintados con una paleta de colores alegres.
En la pequeña ciudad los corazones se transforma n en pequeñas lucecitas, son todos iguales, solo se diferencian por la intensidad de cada luz.La mañana rocía nuestros rostros con ilusión, una lluvia plateada, que nos invita a perseguir los sueños que viento arrastra. Unos sueños amarillos como hojas secas que bailan en el viento.
Sueños amarillos que están en el suelo.
Por eso siempre recuerda: Camina lento y pisa con suavidad por que puedes estar pisando tus propios sueños.