[Morir
Es un arte, como cualquier otra cosa.
Yo lo hago excepcionalmente bien.
Lo ejecuto para sentirlo real.
Podemos decir que poseo el don]
Sylvia Plath
Me duele en todos lados.
Desesperación al no poder dormir, al no querer despertar.
Las mañanas son amarillas y las hojas son cada vez más pesadas. Me hundo en mi jardín por que mis hombros no pueden sostener todo aquello que me tira para abajo.
Lidiando con fuerzas que son más fuertes que yo. Abajo. Quieren que me quede. Con una canción el viento me empuja, más adentro cerca del mar.
El mar que se agita en los sueños que no tengo, en los sueños que perdí hace más de mil días.
Y yo, no quiero encontrarme.
El daño. Los cortes añejos.La noche oscura.
No quiero gritar. No quiero seguir hablando de hablar.
Quiero caer para golpearme. Quiero ver la sangre en mis rodillas.
El dolor no me gano, deje de luchar estos últimos días, el huracán se arrastra conmigo, yo me arrastro con él.
Urgencia. Sólo el desorden puede ordenarme.
Las enormes masas pensantes, crujiendo, destruyéndose.
Soy el sonido más ensordecedor que alguna vez escuchaste.
Las olas violentas, llevándose, todo lo que arde dentro del agua.
El fuego y qué las tijeras no corten la venda que cubre mis ojos.
¡Profunda! es la fosa que cabe. ¡Tan luminosa! que solo dispara grandes brotes de oscuridad.
Confusiones que crecen como edificios altos. Es que todavía no entendiste que llego a la creación, sólo después de asesinar cada flor, cada palabra, cada suspiro.
Las miradas y las nubes blancas no me dicen nada. Derrito nieve en mi boca.
No creas lo que dicen los relámpagos, que brillan suave, adentro de mis ojos.
Soy el silencio que habla.
El abismo detrás de los huesos.
La tormenta que hace que llueva dentro de las nubes, esa que desgarra cada hilo que sostiene las horas.
Una mirada. Una flor. Ojos relámpago.
La ausencia.