Entre, sin preguntar por nadie.
A la derecha, puede que la puerta esté cerrada.
Entre.
Al cruzar la puerta puede que no vea, la oscuridad es plena.
Ya hemos crecido como las primeras flores de primavera.
Aquí hay más gente gente por eso hablamos bajo. Son nuestros fantasmas.
Cuando creces los fantasmas son la angustia, el miedo, la oscuridad.
Puede que haya un olor raro. No tenga miedo, todo va bien.
Adentro, estábamos juntos. Los hilos de nuestros sueños se fueron entrelazando lentamente.
El aire que entraba por mi nariz estaba frío. Había brillantina en el suelo, sé que usted no puede verla es tan oscuro aquí.
Nuestros cuerpos, se rozaban, no se unían. No dependíamos, pendíamos nuestros hilos. Tan delicados y tan pálidos.
Él era bueno para quedarse con los ojos cerrados, quieto.
Yo, escuchaba resonar sus pensamientos por que no quería encontrar los mios.
Nos ésta viendo ¿Verdad?
Ve el agua que llueve adentro de cada una de nuestras nubes.
Sé que no puede sentirla, a veces tampoco puedo. A veces él tampoco puede.
No quiero que diga nada maravilloso, ya cruzo la puerta, sólo mírenos.
Miré los árboles en mi cabello, son de otoño, de invierno y primavera.
Miré mi mano, descansando dentro de la él. Miré.
Miré el acantilado a nuestros costados. No se acerque mucho.
¿En éste momento las estrellas brillan en nuestros ojos?
Es un instante mágico. Un hielo imposible de quemar.
Ésta sí es la gloria de un nuevo día, por que no importa la tristeza, ni los vidrios rotos.
Estamos desnudos, y no hablo de ropa. Hablo de alma.
Por favor miré como él ojea mis cicatrices. Sé que las siente suyas.
Por favor miré la debilidad de mi cuerpo, de la desnudez, es tan grande qué se funde en los espirales de mi propia destrucción.
Somos como un cuento.
Por favor, mírenos.
No nos deje escapar.
Guárdenos, dentro.