Ansias
Sara Kane
1971-1999
Y quiero jugar a las escondidas y regalarte mi ropa y decirte cuánto me gustan tus zapatos y sentarme en el borde de la bañera mientras te bañas y hacerte masajes en el cuello y darte besos en los pies.
Y llevarte de la mano e irme contigo a cenar y que no me importe que comas de mi plato y encontrarme contigo en el Rudy's y hablar del día. Y reescribir tus cartas y llevar tus cajas y reírme de tus paranoias y regalarte discos que nunca escucharás y ver películas buenísimas y ver películas malas y quejarme del programa de radio y hacerte fotos mientras duermes y levantarme para prepararte café con tostadas y pancitos y salir contigo a tomar un café en medio de la noche.
Dejar que me robes los cigarrillos y que nunca tengas fuego y contarte lo que vi en la tele la otra noche y acompañarte al oculista y no reírme de tus chistes y desearte por la mañana pero dejarte dormir un poco más y mientras darte besos en la espalda y acariciar tu piel y decirte cuánto me gusta tu pelo, tus ojos, tus labios, tu cuello, tu pecho, tu culo.
Y sentarme a fumar en la escalera hasta que vuelva tu vecina; y sentarme a fumar en la escalera hasta que tú vuelvas y preocuparme cuando te atrasas y asombrarme cuando te adelantas. Y regalarte girasoles e ir a tu fiesta y bailar hasta quedar destruida y estar triste cuando me equivoque y estar feliz cuando me perdones.
Y mirar tus fotos y desear haberte conocido desde siempre y sentir tu voz en mis oídos y sentir tu piel contra mi piel. Y tener mucho miedo cuando te enojes y se te ponga un ojo negro y otro azul y tu pelo hacia la izquierda y una cara de oriental y decirte estás precioso y abrazarte cuando estés ansioso y abrazarte más cuando sufras y desearte sólo con olerte y abusarme al tocarte.
Y gemir cuando esté a tu lado y llorar cuando no esté a tu lado y babear sobre tu pecho y envolverte toda la noche y sentir frío cuando me quites la manta y sentir calor cuando no lo hagas y derretirme cuando sonrías y desintegrarme cuando rías.
Y no entender y preguntarte por qué crees que te estoy rechazando cuando no te estoy rechazando y preguntarme cómo puedes pensar que yo sería capaz de rechazarte a ti y preguntarme quién eres, pero aceptarte igual y contarte acerca del ángel del niño del bosque encantado que voló sobre el océano porque te amaba.
Y escribirte poemas y preguntarme por qué no me crees y tener un sentimiento tan profundo que no encuentra palabras y querer compartirte un gatito y sentir celos de él cuando reciba más atención que yo.
Y retenerte en la cama cuando te tengas que ir y llorar como un bebé cuando finalmente te vayas y vaciar los ceniceros y comprarte regalos que no quieras y devolverlos. Y pedirte que te cases conmigo y que tú me digas que no otra vez, pero siempre fue en serio desde la primera vez.
Y deambular por toda la ciudad pensando que sin tí está vacía y querer todo lo que quieres y pensar que me estoy perdiendo a mí misma y saber que contigo estoy a salvo y contarte de mí lo peor e intentar darte lo mejor porque tú lo mereces y contestar tus preguntas cuando prefiera no hacerlo y decirte la verdad cuando en realidad no quiera e intentar ser honesta porque sé que tú así lo prefieres.
Y pensar que todo se acabó, pero aferrarme allí durante diez minutos más hasta que me eches de tu vida y te olvides de quién soy e intentar acercarme a ti porque es hermoso aprender a conocerte y el esfuerzo vale la pena
Y hablarte mal en alemán y peor en hebreo.
Y hacer el amor contigo a las tres de la madrugada y de alguna manera comunicarte ese amor abrumador, arrasador, incondicional, omnipresente y sempiterno que enriquece el corazón y libera la mente; este amor eterno y presente que siento por ti.
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