LLorar. Temblar. Doler.
Tratar.
Fallar.
Volver.
Escucho los pasos de los recuerdos que siguen ensuciando la pared.
La cama es un lago, las cortinas, el suelo.
Las cartas que duermen en un cajón. La memoria, sin fallas.
Todavía se me quiebra la voz. Pero me gusta jugar con las sombras blancas.
El sol me mira desde afuera en las tardes frías.
Estoy [a]dentro. Acá, sigo atada. Éstas cuatro paredes simbolizan los hierros de mi jaula.
(Miro para afuera desde ésta enorme ventana)
Y ahí, estoy de nuevo. Parada sobre las hojas, casi negras, en el patio por debajo
del árbol de membrillo que plantó Padre cuando yo aún no nacía.
Tengo los ojos brillantes, afilados, y la boca color rojo.
Llevo un vestido, y el viento me golpea las pestañas. Mi vestido baila al rededor de mis piernas.
(Me miro, a través de la ventana)
Estoy [a]fuera. Y allí, una neblina de brillantina me envuelve. Paz.
Parezco un cuadro. Libre, los huesos de mis hombros vacíos; limpios.
Parezco un cuadro. Sin la marca, sin el tallo inequívoco del dolor.
(Me miro por la ranura que arme, desde abajo de mis sábanas)
[A]dentro. Deje caer mi cuerpo sobre la cama. El sueño ya no me busca.
Inamovible. Tengo terror a la negrura que escupo por las noches.
(Me miro desde afuera de mi casa, lejos del patio, de frente en la calle de al lado)
Estoy. ¿Adentro o Afuera?