Hace días un sueño me persigue, en distintas horas, lo espero en silencio.
Parpadeo, siento su bruma rodeando el contorno de mis ojos.
En celestes infinitos, es maravilloso.
Duermo. Se revela ante mí.
Un sin fin de caballos blancos que corren hacía el norte.
¡Celebro sus ojos! Cargados de (mi) tristeza liquida.
Verlos venir, es una hermosa catástrofe. En mis oídos, sus latidos, los escucho,
me escuchan. Su fuerza casi me acaricia.
Profunda sus huella. La tierra. El viento. Envuelve.
¡Celebro su libertad!
Caballos de guerra, blancos, como la luna que los guía desde el otro extremo de la tierra.
3 comentarios:
Los puntos de fuga del otoño platense me hacen acordar a vos.
Adoro tus textos... precioso aunque a la vez triste..
fuertes como caballos.
Publicar un comentario