miércoles, 22 de agosto de 2012

Miércoles

Árbol de pensamientos.
Incendio de ideas.


Estaba cansado de pensar en ello, era como leer un periódico viejo una y otra vez.
La misma noticia y ya se sabía de memoria, los puntos, las comas, los silencios.
Conocía con precisión cada detalle de aquel asesinato.
Alguien había matado algo. ¿Cuantas veces lo había dicho? ¿Es qué no se cansaba de ser su propio eco?
"Fue un asesinato doble" - Le decía alguna voz en su cabeza.
Estaba agotado de tener los ojos húmedos y las pestañas largas. 
El sonido de sus huesos qué hablaban en voz alta. El silencio derramado al oír.
La información era suficiente para resolver, lo (in)resolvible. Seguía buscando. ¿Por qué?
¿A donde pretendía llegar? ¿Es qué acaso pretendía?
[¡Al fondo!- Le gritaban desde lejos]
A la raíz pero ésta estaba tan adentro, tan escondida, qué si llegaba olvidaría el problema. El conflicto inicial.
La información era más que suficiente para empezar a suturar las heridas. 
Buscaba algún tipo de filo, qué tajara, las heridas ya suturas. ¿Por qué? ¿Es qué acaso quería sangre?
Tenía que empezar pero sus pies eran incapaces de dar el primer paso/el salto final.
Estaba siendo su propia piedra.
Estaba cansado de ser su propia jaula. El amo y el esclavo. El rey y el súbdito. El cazador y la presa.
Las sogas tiraban para abajo, él miraba para arriba. El cielo nocturno lo miraba a él.
Confundido. Agobiado. Era un luchador. No estaba luchando, sólo estaba mirando la pelea.
Contaba los espacios en blanco, contaba los latidos de su corazón físico. Observaba. Contemplaba.
No hacía preguntas. Esperaba; esperar.
Se olvidaba de quién era. Se escribía. 
Se perdía. Se perseguía. Se apuraba.
Se desarmaba. Se arrastraba. Se enterraba.
Se salvaba. Se encendía. Se desprendía.
Se apretaba. Se silenciaba. Se provocaba. 
Las sombras de su memoria eran tales qué se adentraba al mar interior, explorando las angustias más oscuras, más profundas, más dolidas. Se entregaba al orden más exacto, al caos verdadero.
¡¿Cómo se permitía olvidarse de quién era?! Después de tantas batallas, después de tantas flores, después de haber vencido cientos de miedos. De haber cruzado todo sus límites. De haber navegando hasta el cansancio en su alma desnuda. 
¿Era esa la razón por la cual todo carecía de sentido? Esa sensación de qué nada era plenamente importante. El valor se había roto. ¿Donde estaba?
La existencia. El asesinato. 
La existencia, los periódicos viejos. 
La existencia, flores frescas, flores muertas. 
¿Cómo volvía? ¿Cómo sabía? ¿Cómo encontraba? ¿Cómo podía salvarse de ello, si no sabía lo qué era?
El secreto era todo aquello qué sus ojos no miraban mientras veía. La fuerza era reír. 
El camino era cuestionar, para enfrentar, para subir un peldaño más de esa larga escalera.
La verdad de las palabras que se auto consumen. El fuego y las lamparas.
La voz y las voces. 
Le decían, Nos decían.
"Aférrate a algo.
Cree en ello con cada célula de tu cuerpo.
Respira, inspira.  Guíate por los ciclos de la luna, deja ir, deja entrar. Al igual qué el circulo blanco, siempre creciendo. Cambiando. 
Renuévate.
Recuerda quién eres. Dejá que los sentimientos se acrecienten, tanto, hasta tomar forma. 
La existencia. La conciencia. 
El miedo, los nudos, el enfrentamiento. 
La paz. El equilibrio. 
La vida"

2 comentarios:

Francesca Alfaro dijo...

Me hiciste recordar a Cortazar y Sabato con tu texto, lo amé!

Luis (Flamel) dijo...


tus palabras tienen algo de conjuro...y eso me gusta.

besos