No veo nada, el océano parece querer entrar en mis ojos.
Estoy en el subsuelo de mi memoria, lenta y sin prisa, por las noches algo me visita.
con el afán de desunir los hilos que me conforman.
Intento caminar sobre ésta perfección, pero ella me persigue es como un sueño que no recuerdo. Como un recuerdo que no sueño.
Hace algunos días y desde entonces me persigue, todo el tiempo, con su música obsesionada, con los retazos de tela que bailan debajo de ese gran vestido.
Oscura y delicada. Ésta vez no he podido mirarla pero puedo imaginar la manifestación de sombras disolviéndose en su pecho.
Sus ojos fríos, cortando el aire, cortando los hilos en mi interior.
¡La muerte! ¡La muerte de ojos dorados!
Enredándome. Provocándome en un danza infinita.
Derretido todo se cae como una hermosa lluvia transparente. No puedo.
No puedo cerrar los ojos.